14 de abril de 2012

Los Buenos Viejos Tiempos

Bueno muchachos... hoy pienso seguir evitando hacerle cambios al blog (prometo hacerlos y explicarlos pronto), y seguir con el formato usual. Para eso, hoy traigo un amor platónico.

Hacía mucho que Simón, uno de mis mejores amigos, no escribía en su blog... y tras haberlo molestado un rato para que lo hiciese, publicó esta entrada. Cuando la leí, me encontré la siguiente imágen (con el pie de foto: "Nota: Este es mi celular"):


Morí de risa, y eso me recordó mis propios celulares onda ladrillo y lo mucho que amo el cliché de los "Latateléfonos". Así caí en la cuenta de que esa no es la única cosa "retro" que me encanta.

Para empezar amo los fonógrafos y los discos de vinilo.  Amo las máquinas de escribir y me encanta leer el periódico. Bueno, me encantaba. Cuando su contenido era un poco más sustancial que las malas noticias de siempre. Y me agrada oler la tinta. Me gusta Frank Sinatra, Charles Aznavour, Chet Baker... esa clase de música. Extraño (onda "muero un poco por dentro con su ausencia") la época en que los teléfonos fijos de las casas (CON CABLES) eran casi el único medio de comunicación que usábamos. Extraño la época en la que era raro y especial tener un celular, los monitores de las computadoras eran unos monstruos que te ocupaban media sala, y la red social favorita de todos era la acera de nuestras casas, acompañados de nuestros vecinos. Extraño escribir y mandar cartas sin parecer miembro de alguna secta extraña. Extraño los años cuando (tengo fotos que lo prueban) el área metropolitana no estaba taaan sobrepoblada. Extraño mandar e-mails largos y que la gente se moleste en contestarlos, las cámaras análogas y las familias un poco menos desgastadas. Creo que todos extrañamos cómo eran nuestras familias cuando estaban un poco menos usadas. Extraño la época en la que incluso la "gente grande" parecía inocente y creía que el honor y las promesas duraban para siempre. Extraño los años en que no sabía lo que era asumir lo peor de la gente mucho antes de que mis padres empezaran a desconfiar siquiera.

Creo que tal vez nos tocó vivir en una época en la que nuestro mundo es bastante más cruel que el de nuestros padres. Nos tocó vivir en un momento en el que tuvimos algunos años de un mundo bello que extrañar. Tenemos mucha suerte comparados con los niños que ahora mismo están naciendo.
Creo que no soy la única a la que le enferma ver la cantidad de casas caja-de-zapatos (construidas en serie, todas iguales, como pequeños ejércitos), que se tragan nuestros cerros verdes día con día. No puedo ser la  única que - aunque ve su utilidad - detesta facebook, twitter, los smartphones, las aplicaciones, el internet ilimitado en los teléfonos, e incluso los programas "obsoletos" como el messenger. Creo que no soy la única que tiene una relación de amor y odio con la tecnología; que cambiaría toda la "comodidad" de estar constantemente "comunicada" por la oportunidad de regresar a los noventas... los ochentas... los setentas... o cualquier otro momento en que nuestros amigos fueran gente con caras en lugar de monitores, y con manos en lugar de celulares.

En fin. Mi amor platónico de hoy son los buenos viejos tiempos. Las personas que se fueron quedando atrás habiéndolo querido o no. Las fotos, las caricaturas, la ropa, la convivencia. Todos aquellos a quienes jamás me perdonaré por nunca haber peleado con más fuerza por no perderlos. Aunque tal vez esa última lista se reduce a tan sólo una persona y muchos años.

1 comentario:

Simón dijo...

Me agrada eso, lo esencia de lo que hay hoy en día (tecnológicamente hablando), lo que hoy llaman "retro" en un intento de hacerlo moda.