El día de hoy les traigo una mezcla entre amor platónico y duda existencial: los niños.
Los niños son todo un tema. Son una maravilla, pero también son todo un mundo aparte que no todos entienden. Se necesita mucha paciencia y un poco (o mucho) de locura para entender a los niños pequeños, y eso a veces me hace preguntarme por qué la gente tiene hijos. Tengo una teoría: creo que gran parte de los padres en este mundo tienen a sus hijos sólo porque sienten que es una parte obligada de la vida o un generador de felicidad, sin antes preguntarse para qué los quieren.
Existe una tendencia en nuestro "bello" siglo XXI. Los padres ("baby boomers" o "generación X") de las nuevas generaciones ("millenials" o "generación Y" y la presente "generación Z") fueron educados para obedecer ciegamente a sus padres y hasta cierto punto tenerles miedo. Ahora (algunos) educan hijos para pensar, cuestionarse las cosas y tomar sus propias decisiones. Esto es hermoso para los hijos, pero deja a los padres en un limbo frustrante porque sus hijos no los tratan como ellos creen que deberían ser tratados.
La gente cree que tiene hijos por miles de razones, desde "devolverle algo al mundo" hasta "la emoción de crear una persona", pero en realidad muchos los tienen porque quieren un reflejo lindo y perfecto de ellos mismos. Y entonces ves niños que en vez de jugar toman millones de clases. Aprenden tres o más idiomas al mismo tiempo desde el kinder, van al futbol, al karate, al kumón, tocan un instrumento, y si te descuidas tienes niños de 8 años leyendo a Nietzche (ok, ok, eso último sólo soy yo exagerando...).
Pero ya, en serio, los niños cada vez juegan menos. Y ya sé que la rara soy yo, pero detesto ver gente que se preocupa por los errores de sus hijos sólo porque los hacen ver más a ellos. Gente que vive pensando que las personas van a juzgarla por educar mal a sus hijos en vez de preocuparse por hacerlo en lugar de aparentarlo. Mamás que no dejan a sus hijos comer dulces o jugar en el piso por que "se ensucian" o "se ponen hiperactivos" (o sea, básicamente porque les da flojera ser mamás). Pero, señores, ¡los niños necesitan jugar, crecer, dudar y equivocarse para aprender!
Si yo algún día tuviera hijos (lo cual no creo), sería la clase de madre loca que pinta murales por toda la casa con sus niños. Que los mide cada que se acuerda y va pintando líneas con fechas en el marco de la puerta de la cocina. Y en lugar de pisos de madera cara tendría el linoleo más feo para que aguantara las manchas de pintura. Y quitaría los muebles de la sala de vez en cuando para patinar en ella. Y rodaría en el pasto con ellos hasta dejar la ropa verde, sucia, y el corazón rojo, limpio. Sería la clase de loca que le pone colorante verde al desayuno después de haberles leído "green eggs and ham", y que los felicita por ser curiosos en vez de enojarse cuando le hacen preguntas que no sabe responder. Les enseñaría de tolerancia, porque creo firmemente que los niños sólo son pequeños, no tontos, y pueden entender a los demás. Aprenderían desde muy pequeños que existen maneras muy diferentes de vivir la vida, y que intento enseñarles la que creo mejor, pero cuando ellos crezcan tendrán que elegir la suya y yo que respetarla. Y si hablamos de religión, mis hijos escucharían la misma cantidad de historias de dioses católicos que de dioses griegos o celtas, y creerían en todos o en ninguno, siempre que supieran que nunca estarían solos.
Y bueno... creo que esas son justamente las razones por las que debería ser ilegal que la gente como yo tenga hijos. Porque, aceptémoslo, serían felices, pero no tendrían nada que ver con las personas normales de la sociedad. Creo que por eso Cortázar decía que los cronopios rara vez tenemos hijos, y que cuando lo hacemos los hijos nos odian.
¡Buenas salenas cronopio cronopio, el más bueno y más crecido y más arrebolado, el más prólijo y más respetuoso y más aplicado de los hijos!