21 de marzo de 2013

Habemus Papam

Fin de marzo. Amor platónico. Bienvenido seas, Francisco I, nuevo Papa.

NO, no pienso hablarles de religión, dejen de gritarme en sus cabezas.
Piensen en la Iglesia Católica sólo como una institución que ha existido desde hace aproximadamente 2000 años (técnicamente son menos, pero trabajemos con cifras redondas, ¿ok?). En estos 20 siglos han habido 266 Papas, de los cuales 254 han sido europeos, 8 de Oriente Medio, 3 de África y sólo uno de América. Pero la gracia de nuestro nuevo Papa no es ser el primer Papa americano; no, señores. La cosa es esta:

DESPUÉS DE 2000 AÑOS TENEMOS UN PAPA LATINOAMERICANO!

Yo sé que a muchos de ustedes no les encanta la Iglesia Católica (ni las otras Iglesias), pero ¡piensen en las implicaciones sociales de esto! En la escala de relevancia histórica, este tipo debe estar codeándose con gente como Cortázar y García Márquez (...y Carlos Fuentes... y Mario Vargas Llosa.... alguien recuérdeme escribir un post sobre mi amor desmesurado por los autores del boom latinoamericano...).



Pero ya, en serio:

Por supuesto que tengo mis reservas sobre el tipo; como todo humano (y más aún, como todo religioso) tiene ciertas actitudes que no me fascinan. Tiene momentos intolerantes e incluso incongruentes. Dicho esto, creo que nadie nunca verá el día en que un Papa sea 100% admirable, y vale la pena rescatar las muchas cosas buenas que este parece tener.

Me gusta que use la cruz de hierro y no de oro como sus predecesores, y que no se ponga los zapatos rojos ni los mil ochomil adornos costosísimos de la sotana. Me gusta que (si bien no está abierto a otras cosas) está abierto al diálogo entre religiones; que respeta y bendice a quienes no profesan su fe; que no permite que los cardenales se arrodillen ante él ni que un hotel se rehúse a cobrarle la estancia. Crecí viendo  al Catolicismo como una religión que predica modestia mientras que sus mandatarios suelen vivir en la opulencia enferma. Me gusta de él que por primera vez me siento obligada a tragarme mis palabras.

...y bueno, hay algunas cosas que simplemente no tienen precio:





10 de marzo de 2013

¿Es en serio?

Hola a todos (¿todos?). Vengo a contarles sobre una duda existencial que tengo desde hace mucho tiempo, pero que twitter me acaba de recordar. Eternamente estoy viendo en mi timeline a niñas de 13 años o menos que se dicen zorras, putas y perras entre sí. Peor aún, niñas de esas edades que dicen querer ir a matar a la Z/P/P que le coquetea/tira la onda a su novio/crush/comosellame. Por supuesto que sus frases son exageraciones, pero la realidad detrás de ellas es preocupante. Y yo me pregunto ¿por qué, Señor? ¡¿por qué?!

Mi teoría es que es un problema de educación. En primer lugar, no creo que tengan la más mínima idea de cuán pesada es la connotación de esas palabras. Por supuesto que han escuchado el significado y no necesariamente las usan fuera de contexto. El problema es que las usan fuera de proporción. Saben perfectamente lo que están diciendo, pero en su mente aún no hay referencias suficientemente fuertes para entender la gravedad de sus implicaciones.

También, me llama la atención que sus agresiones sean hacia la otra niña en lugar del chavito que tienen en mente. Siento que eso es tanto el precursor como el resultado de la cultura con la que nuestra sociedad juzga las infidelidades. Me molesta que se piense en las mujeres como "rompehogares" mientras que a los hombres se les imagina como criaturas primitivas, presas de su instinto, que no pueden contenerse una vez que la tentación se presentó ante ellos. ¡Por favor, personas! La sociedad que enseña a sus mujeres a creer que deben "proteger" a sus hombres de otras mujeres me da un poco de asco. No sé qué piensen ellos, pero esa actitud me parece un insulto a su inteligencia y a su capacidad de decidir con quién quieren o no quieren estar.

Como no quise poner en evidencia los tweets de mis conocidas, hice una pequeña búsqueda y encontré ejemplos como este:


¡¿Qué onda con esa palabra?! "Robanovios". ¿Qué, ahora resulta que los novios son objetos inanimados que se pueden robar sin que ejerzan acción alguna mientras esperan a que las mujeres tomen sus decisiones por ellos? Gente, ¡díganme que no todos están educando a sus hijas para creer eso!

Ahora bien, no es que las juzgue; para nada. En algún momento de mi vida caí en la misma categoría que ellas. Sé de primera mano que es más fácil insultar a alguien cuanto menos entiendas de lo dañinas que pueden ser las palabras. Por eso creo que tal vez todos deberíamos tomarnos el tiempo para pensar: si todos (o la mayoría) hemos sido parte de este ciclo, y entendemos por qué se dan esa clase de comentarios,   ¿por qué no hacemos nada al respecto?

Creo que deberíamos preocuparnos menos por repetirles a los niños que las groserías son malas y dedicarle un poco más de tiempo a hacerlos entender por qué lo son. Dejar de enseñar a la gente a sabotear sus relaciones "protegiéndolas" y comenzar a hablarles de confianza. El mundo sería un lugar mejor si todos creciéramos entendiendo que, aunque no debemos confiar en todas las personas, decidir estar en una relación o querer a alguien implica confiar en ellos, y que el momento en el que te das cuenta de que no confías en alguien debería ser el momento en el que te das cuenta de que tienes un problema en tu relación con ESA PERSONA, no con una tercera en discordia que nada tiene que ver.

Como mínimo pienso que si nuestra educación se alejara del "NO" y se hiciera amiga del "¿Por qué?" y el "¿Por qué no?", todos pasaríamos menos tragos amargos en el proceso de aprender que, para ser felices, necesitamos desaprender gran parte de lo que creíamos saber cuando confundíamos querer con amar y el mundo era hermoso en blanco y negro.

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