Ok, personitas: el día de hoy vengo (reapareciendo de la nada) a escribir sobre un amor platónico más: San Valentín. No, no me refiero al 14 de febrero ni a las celebraciones cursis que todos detestamos, me refiero a la persona en honor a la cual supuestamente hacemos tantos ridículos. Diiiiicen que:
En la antigua Roma, el emperador Claudio II creía que los hombres solteros y sin familia eran mejores soldados, por lo que decretó que los jóvenes no podían casarse. Valentín fue un sacerdote cristiano que desafió al emperador y continuó oficiando matrimonios en secreto. Cuando esto llegó a oídos del gobierno, Valentín fue encarcelado.
Durante su encierro, el sacerdote se enamoró de la hija del carcelero, una joven ciega llamada Julia. Él escribió una carta para que le fuera entregada después de su ejecución, y la firmó "de tu Valentín". Al leerla (?), Julia recuperó la vista.
Oooooooook. TODOS sabemos que lo de la vista es bastante poco probable, pero aún así. ¿Se imaginan la clase de valor que hay que tener para desafiar al emperador de roma? No cualquiera lo hace, y mucho menos por un capricho. Yo creo que para hacer algo así, una persona necesita creer en lo que está haciendo con todo su ser. Y por eso amo a Valentín.
No me encantan los santos ni mucho menos soy fan de ninguna Iglesia (y tengo mis reservas especiales sobre la católica). También estoy bastante segura de que Valentín se volvería a morir si viera que su día se ha convertido en
1) un pretexto para la cultura del consumismo,
2) una manera en que los novios demuestran que son detallistas... a la fuerza y una vez al año,
1) un pretexto para la cultura del consumismo,
2) una manera en que los novios demuestran que son detallistas... a la fuerza y una vez al año,
3) un día para que aquellas pubertas que son bonitas por fuera se paseen por el mundo presumiendo cientos de regalos de parte de tipos que jamás van a pelar.
Pero vamos, gente, por mucho que odiemos el 14 de febrero nada nos impide amar al hombre cuyo nombre lleva el día (ni la posibilidad de usar la fecha como pretexto para hornear cosas rojas o en forma de corazoncito).
Creo que, así la leyenda sea cierta o no (y esperando que sí lo sea), Valentín es un símbolo de todo lo que nosotros deberíamos ser. Una persona con convicciones, pasión, y un valor inimaginable por defender aquello en lo que creía. No sé qué opinen ustedes, pero yo digo que esa historia es una de las más bonitas y admirables en el mundo, y creo que todos podríamos tomarnos un tiempo de nuestro día más odiado para recordar que, si bien detestamos la industria, podemos amar el concepto.
Valentín,
Dondequiera que estés, te pido disculpas por lo que el mundo ha hecho con tu día, y te agradezco por hacerme creer que las personas locas e increíbles y el romanticismo crudo, libre de cursilerías, son más que simples sueños lejanos.